Maite Henríquez Olivares[1]
Javiera Delgadillo Campos[2]
Natalia Cabrera Morales[3]
Recibido: 15 de noviembre de 2021
Aceptado: 13 de diciembre de 2021
Resumen
Los diarios de vida son una herramienta altamente versátil y de larga data en la investigación cualitativa. Estas mismas características plantean desafíos que requieren ser concientizados y abordados reflexivamente en la práctica investigativa. Nuestro objetivo principal es ofrecer el panorama de nuestro quehacer en la “cocina investigativa”, un espacio que normalmente permanece en la oscuridad en la mayoría de las comunicaciones académicas. En este artículo, no solo exponemos los desafíos previstos y las estrategias que adoptamos para abordarlos, también las dificultades que no anticipamos y los mecanismos que desarrollamos para sobrellevarlas. De este modo, se busca aportar en la reflexión metodológica de aquellos/as investigadores/as que pretendan adentrarse en la utilización de los diarios de vida. Para ello, reconstruimos el camino que implicó recorrer el diseño y la aplicación de este instrumento en el curso de una investigación en instituciones de justicia, exponiendo detalladamente los pasos que llevamos adelante y los razonamientos detrás de cada una de nuestras decisiones.
Como estrategias exitosas y relevantes, en este artículo destacamos el uso de múltiples vías para acercarnos a la realidad de las y los participantes (fotos, notas de voz y videos), los cuales ofrecen en conjunto un panorama detallado de su cotidianidad. Por su parte, el establecimiento de confianza y la flexibilidad en la aplicación resultaron ser requisitos indispensables en el éxito del instrumento. Con todo, defendemos el uso de los diarios de vida como un instrumento que permite un acercamiento etnográfico a la comprensión de la realidad. A diferencia de la etnografía presencial, reconocemos que tienen particularidades que implican límites, pero también potencialidades en la comprensión del mundo vívido de las y los participantes.
Palabras clave
Diarios de vida, adaptaciones metodológicas, diseño de instrumentos, etnografía, rapport.
Abstract
Life diaries are a highly versatile and long-standing tool in qualitative research. These very features pose challenges that need to be consciously and reflexively addressed in research practice. Our main aim is to provide an overview of our work in the “research kitchen”, a space that usually remains in the dark in most research. We expose the challenges we anticipated and the strategies we adopted to address them; as well as the difficulties we did not anticipate and the mechanisms we developed to overcome them. We hope to contribute to the methodological reflection of those researchers who intend to use life diaries. To this end, we reconstruct our path of designing and applying this instrument in the course of a research project in justice institutions, explaining in detail the steps we took and the reasoning behind each of our decisions.
As successful and relevant strategies that are reflected in this article, we highlight the use of multiple ways to approach the reality of the participants (photos, voice notes, and videos), which together provide a detailed picture of their daily lives. In the same way, the establishment of trust, together with flexibility in application, is a prerequisite for the success of the instrument. In the same way, we defend the use of life diaries as an instrument that allows an ethnographic approach to the understanding of reality, which, unlike face-to-face ethnography, has particularities that imply limits, but also potentialities in the understanding of the participants' vivid world.
Keywords
Life diaries, methodological adaptations, instrument design, ethnography, rapport.
Cómo citar
Henríquez, M., Delgadillo, J. y Cabrera, N. (2021). El diario de vida como material etnográfico: estrategias de diseño e implementación. Intervención, 11(2), 163-188.
Las y los profesionales psicosociales juegan un importante rol en el ámbito penal y de familia (Miranda, 2015). Por esta razón, investigar su incorporación en el mundo de la justicia requiere de conocer las formas a través de las cuales las y los actores participan e interactúan cotidianamente en sus aparatos. Conocer las condiciones de inserción de estos profesionales en sus respectivos contextos laborales diarios, nos permite comprender su contribución a la política pública.
Para abordar este objetivo, y en el marco de una investigación sobre la inclusión de profesionales psicosociales en la justicia[4], utilizamos metodologías cualitativas para aproximarnos y comprender una realidad concreta, compleja y variable, cruzada por interacciones humanas, estructuras y procesos. En esta línea, desde la etnografía judicial o de los espacios de justicia (Latour, 2004; Bogira, 2005; Biland & Steinmetz, 2017), buscamos observar las interacciones entre estos profesionales en sus espacios de trabajo cotidianos. Este tipo de abordaje metodológico, por cierto, está aún en desarrollo en América Latina (Barrera, 2012; Amietta, 2017; Hersant, 2017).
La pandemia por COVID-19 se erigió como una nueva realidad donde las medidas sanitarias (como el distanciamiento social, el establecimiento de aforos limitados para el ingreso a las dependencias de la institucionalidad y las limitaciones de desplazamiento) han sido parte de la normalidad. Esto nos obligó, consiguientemente, a adaptar los instrumentos de recolección de datos pensados inicialmente, debiendo implementar instrumentos mediados por las tecnologías de información que permitieran realizar una observación a distancia de las interacciones cotidianas de las y los profesionales (Miranda & Henríquez, 2021).
En estas condiciones, y con la intención de suplir el vacío que dejó la imposibilidad de hacer etnografía presencialmente, incorporamos los diarios de vida solicitados (Hyers, 2018). Este instrumento forma parte de los diversos documentos personales o de vida que se utilizan como fuente primaria de información (Plummer, 2001). Concretamente, realizamos un seguimiento diario a las y los participantes, a través de fotografías, notas de voz y mensajes electrónicos, etc., todo desde la autobservación de las y los propias/os profesionales psicosociales respecto a su trabajo. A través de estos registros, pudimos acceder al comportamiento, las prácticas cotidianas e interpretaciones que las y los profesionales le fueron atribuyendo a su quehacer diario (Alaszewski, 2006).
A partir de nuestra labor como investigadoras durante el año 2021, queremos entregar nuestras reflexiones sobre los aprendizajes obtenidos a lo largo de las siguientes páginas. Específicamente, respecto al diseño y ejecución de diarios de vida a distancia y solicitados a profesionales psicosociales que actualmente se desempeñan en instituciones de justicia de familia y penal chilenas, todas ubicadas en la Región Metropolitana y la Región del Biobío. A través de la exposición de nuestros fracasos y éxitos, buscamos ofrecer una experiencia que sirva como guía al investigador/a que busca implementar diarios de vida. Estos aspectos generalmente permanecen ocultos en la “cocina investigativa”, al privilegiar a través de las distintas formas de comunicación académica (ponencias, artículos, etc.) la exposición de resultados que parecen producto de decisiones siempre exitosas. Sin embargo, en la práctica, las investigaciones se enfrentan a múltiples desafíos, cuya superación trae aprendizajes dignos de transparentar. Así, esperamos también subsanar el déficit de la bibliografía hispanohablante sobre el uso de los diarios de vida como instrumento metodológico. En ese sentido, este artículo busca ser un aporte a la documentación de experiencias investigativas situadas en América Latina.
El uso de diarios ha tenido diferentes desarrollos a lo largo de la historia. Sus inicios radican en la utilización de los diarios de vida como crónicas a inicios del siglo X (Alaszewski, 2006). Con el tiempo, su uso ha evolucionado gracias a la utilización de las tecnologías e internet, herramientas que han permitido actualmente el desarrollo de una nueva forma de comunicar y relatar las experiencias (como blogs y redes sociales, por ejemplo). De esta manera, los diarios de vida han tenido múltiples usos investigativos. Dependiendo del objetivo que se persigue, han sido implementados en investigaciones en el campo de la psicología (Harris et al., 2003), en la psicología experimental (Reis & Wheeler, 1991), en estudios educacionales (Jurado, 2012), en el área de la salud (Bartlett, 2012; Coxon, 1996), en estudios etnográficos (Ahlin & Li, 2019) y en estudios feministas (Hyers, 2018), entre otros.
Los objetivos que han guiado la utilización del diario de vida han apuntado, en general, a la búsqueda del estudio de los hechos, prácticas, sentimientos y reflexiones. Son un instrumento versátil, en efecto, en la medida que pone de manifiesto la vida social de las y los sujetos desde sus propias experiencias y relatos. Gracias a su riqueza como testimonio personal inmediato, nos ha permitido conocer los fenómenos sociales en su propio contexto, incluso sin necesidad de que las y los investigadores estén presencialmente en el campo (Rojo, 1997; Plummer, 2001; Lozano, 1997).
La volubilidad de los diarios de vida exige concientizar y explicitar los pasos que se toman en la investigación: la coherencia en las decisiones y la transparencia en el proceso son indispensables para explotar su potencial. Por ello, es necesario conocer las diferentes perspectivas y enfoques bajo los cuales puede ser utilizado.
Desde el enfoque de las historias de vida, los diarios son una herramienta especialmente idónea, ya que nos permiten conocer la trayectoria vital de las personas. Específicamente, nos ayudan a comprender la manera en que se experimentan y significan los acontecimientos, además de la forma en que estos eventos se entrelazan. Este enfoque se encuentra ligado estrechamente a la identidad de los sujetos desde una perspectiva autobiográfica, pero también a la construcción intersubjetiva de sus relaciones y de su entorno (Bolívar & Domingo, 2006; Hernández, 2005; Lozano, 1997).
En segundo lugar, los diarios de vida pueden ser utilizados desde un enfoque naturalista como un medio para capturar hechos en su contexto natural, sin que sea necesario que el o la investigadora esté presente materialmente. Así, esta herramienta ha posibilitado registrar prácticas y eventos que ocurren espontáneamente (Bolger et al., 2003). Con ella, se “congelan” sucesos que ocurren en la vida de las personas, lo que permite captar, por ejemplo, aquellos eventos efímeros que, al ser considerados irrelevantes por los y las participantes, no son relatados en una entrevista (Hyers, 2018; Waddington, 2006).
En otra línea, la utilización de los diarios de vida sirve para el análisis de los roles que las personas ocupan en determinados contextos. Desde el interaccionismo simbólico, los documentos de vida son una fuente de reflexiones subjetivas y, a su vez, una herramienta para conocer las experiencias cotidianas de las personas en un momento histórico y social determinado a partir de sus propias perspectivas (Plummer, 2001). Asimismo, son una fuente rica de información sobre las interpretaciones que las y los participantes otorgan a sus propias prácticas y experiencias, pudiendo observar y analizar la conformación de sentido y significado. Esto en cuanto a la racionalización de las acciones como también la subjetivación de las experiencias en un contexto social más amplio.
Por último, y particularmente desde un enfoque etnográfico, los diarios son utilizados por las y los investigadores para registrar sus observaciones y reflexiones, tal como lo hizo Malinowski (1989) desde sus inicios. El desarrollo de este recurso para investigadores ha constituido una fuente de información importante para el análisis y comprensión de los fenómenos sociales que se estudian, a partir de la estructura confesional y reflexiva de los diarios de campo.
Los diarios de vida han permitido captar las rutinas, experiencias y sucesos de las personas mediante el registro de sus actividades, sentimientos y reflexiones cotidianas (Ahlin & Li, 2019). De esta manera, ha logrado ser un instrumento de observación que puede ser utilizado en contextos en que el acceso al campo puede ser dificultoso, ya sea por las características del fenómeno o ante la imposibilidad de acercarse de manera presencial (Alaszewski, 2006; Hyers, 2018). Así, el diario como método etnográfico ha sido especialmente nutrido desde la corriente de la etnografía digital, donde el uso de las tecnologías de la información ha dado paso a observar la cotidianidad de las personas desde su propia mirada, acercándose a métodos autoetnográficos, ya sea con el uso de diarios solicitados, visuales, virtuales, entre otros (Hyers, 2018).
Es importante mencionar que esta categorización no es estática. En el curso nuestra investigación, hemos utilizado en diferentes medidas los enfoques aquí propuestos, en pos de conocer la inserción, prácticas e interacciones de trabajadores/as psicosociales en el campo de la justicia. Así, nuestro análisis finalmente apunta a comprender los roles que estos profesionales desempeñan y la forma en que disputan el poder y el saber en estas instituciones. En función de ello, los hechos y eventos son congelados a través del relato de las y los participantes. Asimismo, hemos incorporado las reflexiones personales e interpretaciones en nuestro análisis, desde la auto-observación y registro de la cotidianidad laboral de las y los profesionales.
Las estrategias que aquí presentamos surgen a partir de la aplicación de diarios de vida solicitados en el marco de una investigación cualitativa descriptiva e inductiva sobre las condiciones de inserción de profesionales psicosociales en instituciones de justicia penal y de familia en Chile. Para la aproximación a la realidad de estudio, utilizamos la etnografía virtual, mediada por las TICS[5] y sin presencia directa de las investigadoras en el campo (Pink et al., 2019; Hine, 2011).
Para seleccionar a las y los profesionales participantes, se recurrió a la técnica de muestreo bola de nieve (Corral et al., 2015), con criterios de selección (Glaser & Strauss, 1967) correspondientes a profesión, institución de trabajo y territorio. Se seleccionaron profesionales provenientes del Trabajo Social y la Psicología que se desempeñaran en instituciones de justicia de familia o penal, ya sea en la Región Metropolitana o en la Región del Biobío.
Bajo este paraguas metodológico, decidimos utilizar diarios de vida solicitados como fuente de material etnográfico para observar las jornadas de trabajo de las y los participantes durante alrededor de dos semanas. Este instrumento fue nombrado “diario de labores”. A partir de una entrevista en profundidad, los diarios fueron aplicados a 9 profesionales (2 psicólogos/as y 7 trabajadores/as sociales) que cumplieron con los criterios de inclusión presentados anteriormente. Aun cuando nuestra intención inicial fue implementarlos por escrito, finalmente fueron llenados a través de la red social WhatsApp en forma de notas de voz, videos y mensajes, dificultades y nuevas estrategias que detallamos en profundidad en el apartado de diseño y aplicación de los diarios de vida.
Durante el tiempo de aplicación, realizamos notas de campo escritas, donde fuimos registrando percepciones, ideas, observaciones y eventos relevantes que ocurrieron mientras guiamos los diarios de labores. Siguiendo la clasificación de Schatzmann y Strauss (1973, citado en Marín, 2018) respecto a los tipos de notas de campo, utilizamos principalmente notas teóricas, entendiendo estas como una representación de la autoconciencia de las investigadoras, intentos controlados para derivar significados de la observación. En este tipo de notas, cobra importancia la “intuición de las investigadoras y el bagaje para identificar qué datos comentados por las y los informantes podrían resultar fructíferos” (Marín, 2018:76).
La sistematización y análisis de las notas de campo nos permitió identificar las principales dificultades, ventajas y consideraciones de la aplicación de diarios de vida solicitados. A partir de este análisis, surgió la reflexión en torno a las estrategias seguidas durante su implementación en un contexto de investigación a distancia. A través de su exposición, buscamos orientar a las y los investigadores que tengan interés en la implementación de este instrumento.
La aplicación de instrumentos cualitativos es siempre un proceso flexible que requiere de reflexividad constante en el campo en que nos situamos. Por esta razón, las decisiones que deben ser tomadas en el camino son siempre muestra de las contingencias del campo (Maxwell, 2005). De ahí que nuestro objetivo sea proponer estrategias sobre el uso y la aplicación de diarios de vida solicitados. A través del análisis de nuestras notas de campo metodológicas, presentamos las potencialidades, dificultades y las estrategias que usamos para sortearlas en el curso de nuestra investigación. Con esta reflexión sobre la “cocina investigativa”, invitamos a profundizar en torno a los obstáculos, readecuaciones, decisiones y sus implicancias respecto a la utilización de los diarios de vida para la investigación etnográfica.
Tal como se ha señalado, el objetivo de la investigación era captar las prácticas, interacciones y reflexiones de los sujetos en torno a su propia inserción, como profesionales psicosociales, en las instituciones de justicia, desde un enfoque etnográfico. De esta forma, las decisiones que tomamos en relación con el diseño del diario debían ser coherentes con ese objetivo, orientando la escritura a la obtención de esta información. Pero, también dando paso a información emergente y no buscada por nosotras, sobre todo si consideramos que la investigación en el campo es todavía incipiente.
En este proceso, las decisiones siempre implicaron beneficios y costos. Nuestras conversaciones en este contexto tomaron la forma de ponderaciones y búsquedas de equilibrios entre diferentes tensiones: ¿Debíamos hacer preguntas amplias y directivas o, al contrario, no debíamos hacer preguntas en absoluto?, ¿debían ser complejas o simples? ¿Cuánto tiempo debía durar el diario?, ¿cómo conseguir que las personas lo contestaran sin abrumarlas?, ¿con recordatorios? ¿El diseño debía ser atractivo visualmente o simple y similar a lo que las y los participantes conocían?
Sin duda, la primera decisión que debimos tomar fue en torno a la formulación de las preguntas que utilizaríamos para dar paso a la autobservación de las y los informantes, lo que significaba resolver si haríamos un diario simple (abierto, las mismas preguntas cada día, descriptivo) o uno complejo (preguntas directivas, diferentes cada día, analíticas). Por un lado, queríamos saber información fáctica: hora de inicio y hora de término de la jornada, con qué personas se relacionó en el día, de qué profesión eran y en qué lugares trabajaban. Estas consideraciones apuntaban a conocer las condiciones laborales de estos profesionales en el contexto de la pandemia, además de situar la interdisciplinariedad y la coordinación laboral. No obstante, nuestro interés se enfocaba más en las preguntas sobre su experiencia cotidiana, pues buscábamos captar las rutinas de los profesionales desde su propia perspectiva como insiders. Por esta razón, formulamos preguntas guía abiertas que permitieran la emergencia de información, lo que no obstó en la dirección de estas. Al no construir un diario de vida amplio, apuntamos directamente a la consecución de los objetivos de la investigación.
Siguiendo estas premisas, surgieron varias interrogantes: ¿estas preguntas serían iguales cada día?, ¿tratarían siempre sobre lo mismo? Si hacíamos preguntas diferentes y permitíamos no contestar algunos días, ¿cómo compararíamos la información? Por otro lado, si el diario tenía las mismas preguntas cada día fácilmente se podría producir un agotamiento de las y los participantes y, con ello, el desgaste del instrumento. Esto era especialmente problemático en relación con nuestros sujetos y objeto de investigación, pues el instrumento debía captar lo que podríamos observar en una etnografía presencial. En el fondo, debía captar no solo la realidad contextual donde se desarrollaban, también aquellas situaciones que las y los participantes, por considerarlas demasiado normales y sutiles, no mencionarían en una entrevista.
Además de los aspectos ya mencionados, había otra dimensión de la etnografía que, para nosotras, también era necesario rescatar. La desnaturalización de las prácticas solamente es posible cuando se experimentan en carne propia. La experiencia sensorial de la etnografía es la tierra fértil para la ruptura de los sentidos comunes de una forma que realmente observe sus límites y sus posibilidades (Goffman, 1989). En ese sentido, parte de la labor era lograr que las personas también avanzaran algunos pasos reflexivos y analíticos con nosotras, siendo capaces de desnaturalizar esa cotidianidad al menos en algún grado.
En concordancia con lo anterior, la estrategia que decidimos utilizar fue realizar preguntas aparentemente diferentes, pero que apuntaban al mismo objetivo y dimensión. La particularidad fue formular preguntas con distintos niveles de profundidad y análisis, lo que permitió tener información comparable, independiente si las y los participantes no contestaran cada día. Por ejemplo, la pregunta 1 de cada uno de los 6 días del diario era así:
Una de las dificultades que previmos fue que las y los participantes podrían tener problemas para contestar el diario cada día, por lo que consideramos que debía existir una especie de “tiempo de gracia”. Por supuesto, estas decisiones traen costos y beneficios. Por una parte, no queríamos que las personas sobre-reflexionaran sus respuestas. Por otro lado, considerando la gran cantidad de labores que debían cumplir, sus acotadas horas de descanso y el poco tiempo libre, resultaba necesario otorgar estos días. A nuestro parecer, su participación de alguna forma significaba extender su vínculo con el trabajo.
La decisión sobre el tiempo también tiene que ver con la cantidad de días, semanas y/o meses que pedimos a las y los participantes contestar el diario. Esta decisión estuvo conectada directamente con el objetivo de nuestra investigación, que buscaba congelar un momento en la vida laboral de estas personas para entender sus dinámicas de trabajo y las tensiones subyacentes. Al contrario, si buscáramos la comprensión de la trayectoria de vida de la persona, el diario consiguientemente debe tener una duración más larga. Por estas razones, nuestro diario fue pensado para ser llenado en un máximo de 14 días en total, conteniendo 3 preguntas por un máximo de 7 días de llenado y un mínimo de 5.
El diseño del diario es una cuestión estrechamente vinculada a su complejidad. Dependiendo de los objetivos de la investigación, el diseño consiguientemente muta de forma. Para ello, consultamos diversas fuentes con modelos de diarios de vida. En esa búsqueda, encontramos diseños detallados y directivos en sus preguntas, como los de Robinson (1971, figura 1) y Elliott (1997, figura 2), y otros, como el modelo de Pinochet (2017), que tienen un diseño sencillo y preguntas amplias. Optar por un diario más detallado abre paso a una obtención de información más precisa sobre el objeto de investigación, pero corriendo el riesgo de abrumar a quienes participan. En nuestro caso, los y las profesionales están insertos en instituciones con amplios grados de especialización funcionaria y rutinización. Por eso, acotar demasiado las preguntas no solo dificultaría su comprensión, sino también provocaría interferencia con sus experiencias y sentidos comunes reales.
Figura 1.
Diario modelo usado en investigaciones sobre salud
Fuente: Robinson, D. (1971)
Figura 2.
Diario modelo usado en investigaciones sobre salud
Fuente: Elliott, H. (1997).
Figura 3.
Diario modelo usado en investigación sobre ocio y arte
Fuente: Pinochet, C. (2017).
En esta decisión, se presentan tensiones en relación con el uso de tecnologías y la estética del diseño del diario. La herramienta tenía que ser atractiva para las personas o, al menos, no disruptiva. No queríamos generar inconvenientes o molestias innecesarias, como tener que aprender a usar una plataforma nueva para contestar. A nuestro parecer, estas decisiones deben adoptarse tomando en cuenta a las y los participantes: su tiempo libre, rango etario, profesión, etc. En nuestro caso, considerando que son funcionarios/as del Estado de diferentes edades, decidimos realizar el diario con una estética simple y a través de plataformas de uso común (como Word o Drive). La literatura nos había advertido que el diseño y facilidades para el registro del diario son esenciales para generar un buen seguimiento y llenado del mismo. Por tanto, estamos hablando de decisiones que, si bien podrían parecer triviales, juegan un rol importante para el buen uso de la herramienta (Bolger et al., 2003; Waddington, 2005). En este sentido, el diario finalmente utilizado quedó de esta manera:
Figura 4.
Día 1 del diario de labores para trabajadores psicosociales
Fuente: Elaboración propia en el marco del proyecto FONDECYT de Iniciación 11190123: “Nuevos repertorios de la acción pública: profesionales psicosociales en el contexto de la reforma a la justicia familiar y penal en Chile”.
Tanto las preguntas como el diseño de los diarios de vida apuntaban a la simpleza. Sin embargo, proporcionamos instrucciones detalladas en la cabecera del instrumento. Estas instrucciones no solo buscaban que las y los informantes comprendieran la lógica y dinámica del diario, también que tuvieran información sobre aspectos prácticos, como el tiempo que esperábamos que gastaran en la realización y la duración completa de la participación. Esta información detallada estaba a disposición de las y los participantes para que tuvieran acceso a ella en cualquier momento.
En relación con los recordatorios, es necesario pensar en estrategias lo menos invasivas posibles pero efectivas. Así, elegimos diseñar afiches explicativos del proyecto para enviar a los participantes a sus correos durante el llenado del diario de labores, para promover una especie de interiorización con la investigación y así ser un recordatorio indirecto (Day & Thatcher, 2009; Harris et al., 2003; Bolger et al., 2003; entre otros). Del mismo modo, previmos complementar esto con una llamada telefónica para resolver dudas y generar rapport, junto con recordar la participación en la investigación. No obstante, tal como detallaremos luego, estas estrategias de recordatorio resultaron de poca utilidad, ya que finalmente el medio utilizado fue Whatsapp, lo que permitió recordatorios espontáneos.
Como hemos mencionado anteriormente, el llenado del diario de vida solicitado fue llevado a cabo a través de las tecnologías de la información y a distancia. El levantamiento de los dos primeros diarios mostró algunos desafíos que tenía su aplicación. En este sentido, el diario piloto fue realizado de acuerdo con las consideraciones iniciales de diseño a una trabajadora social. En este proceso, y debido a la interacción a distancia, pudimos observar que se veía entorpecido, debiendo insistir más en el recordatorio del llenado del diario. Esto muchas veces generó mayor presión para nuestra participante:
Al inicio de esa semana estuve monitoreando de manera online el diario, pero no había registrado ningún día. Por algunos momentos, pensé que había descargado el archivo y lo había trabajado de manera offline por Word. Estaba algo conflictuada en hablarle muy pronto, ya que no quería ahogarla con la insistencia en que respondiera. Finalmente, el día jueves en la mañana le escribí, con la intención de enviarle parte de los recordatorios e indagar si estaba haciendo offline el registro.
Me respondió a los minutos, diciéndome que iniciaría el lunes de la semana siguiente, porque me decía que esta semana había trabajado poco y se había tomado unos días libres, yendo a región. Su lenguaje era algo formal. Sentí en algún momento que pensó que la estaba controlando. Le respondí que no había problema, que comenzara cuando gustase. Además, justo esa semana había feriado el viernes, y la semana era corta estos días. Tras este diálogo, sentí que se relajó un poco con la manera de expresarse, de hecho, incluyó emoticones (Notas de campo de la investigadora en torno a Diario de labores de Cecilia[6], abril, 2021)[7].
En otro caso, le ofrecimos a la participante enviar audios vía WhatsApp, lo que ella consideró ideal. Estos audios fueron enviados a medida que le hacíamos llegar las preguntas, dinámica totalmente diferente a la utilizada anteriormente. Este proceso fue mucho más fluido, habiendo mayor interacción con las investigadoras, debido al contacto diario para el envío de las preguntas. Esto permitió desde un inicio el acompañamiento y la generación de rapport constante. Asimismo, el envío de audios posibilitó respuestas más espontáneas: a medida que avanzaban las notas de voz, se parecía más a una conversación. Estos puntos nos hicieron tomar la decisión de flexibilizar aún más el llenado del diario e invitar a nuestros/as participantes a realizar el llenado del diario vía WhatsApp y audio. El uso de notas de voz nos permitió captar los tonos de enunciación, el proceso de reflexividad y sus sentimientos, como también la presencia (o no) de ruidos ambientales. De este modo, logramos acceder al mundo laboral de manera más completa, que son datos especialmente importantes cuando hacemos etnografía.
Aquel contraste lo pudimos evidenciar notablemente en el seguimiento de Rosario, quien realizó de manera escrita el primer día de llenado del diario. Fue un relato breve y descriptivo. Por ello, la incitamos a enviar notas de voz, para que el llenado fuese más fácil. Al siguiente día, lo realizó por audio y así lo hizo, en adelante, con el resto del llenado del diario. A nuestro parecer, este caso demuestra que este tipo de registro da cabida a un diálogo más fluido consigo mismo y, con ello, a una mayor profundización y espontaneidad de las respuestas. Así queda evidenciado en las bitácoras de campo:
El lunes, sin tener que recordar el llenado del día 2, Rosario me escribe a las 17:00 con un audio de casi 4 minutos correspondiente al día. Se explaya mucho más mediante audio. Creo que esta modalidad da pie a que las personas conversen consigo mismas. Además, nos permite captar los tonos de voz y entusiasmos en la respuesta. Escucho a los minutos el audio y vuelvo a comentar algunos aspectos que me parecieron interesantes. Me parece muy importante esto último. Por un lado, permite que algunas ocasiones la persona desarrolle más idea o enfatice, como también manifestar que nos interesan sus ideas. Además, le pregunto su horario de trabajo del día, ya que no lo menciona en el audio. Ella me contesta y comenta cómo se divide su jornada laboral, algo que nos había comentado en la entrevista (Notas de campo de la investigadora en torno a Diario de labores de Rosario, junio, 2021).
Como vemos, esta situación contrastó notablemente con lo sucedido con aquellas personas que llenaron el diario de labores de forma escrita, ya sea por WhatsApp o Google docs. En esos casos hubo poca profundización en los relatos, siendo más bien descriptivos y pensados más como una lista de tareas que una narración del día. A esto se sumó otra dificultad con aquellos participantes que tenían poca disponibilidad horaria: debido a una alta carga laboral y de estudios, tampoco lograron profundizar en el llenado.
Una estrategia que resultó ser altamente exitosa para el seguimiento del diario de labores fue el refuerzo positivo, para profundizar y generar relaciones de confianza. A nuestro parecer, esto fue esencial para abrir paso a relatos más densos sobre las rutinas laborales de las y los profesionales. Esta medida fue relevada al observar que, en general, el primer día de llenado era más bien conciso y descriptivo, es decir, un listado de las actividades sin mayor profundización sobre lo que se realizaba y su significado en las cotidianidades de los/as trabajadores. En parte, se debe a que las primeras preguntas del diario son de nivel descriptivo, por lo que suelen ser muy breves las respuestas. Por otro lado, notamos cierta inseguridad y desconocimiento sobre qué aspectos serían relevantes a comentar. La manera de diluir estas inseguridades fue destacar los aspectos positivos del relato, animando a las y los participantes a profundizar.
Por otro lado, el diseño inicial de los diarios contemplaba el llenado de manera asincrónica y con autonomía por parte de el/la informante, en concordancia con la plataforma que se pensaba utilizar. Así, el seguimiento y el recordatorio de nuestros informantes sobre el llenado del diario era vital para la generación de información rica, actualizada y contingente. En la práctica, la estrategia inicial de recordatorios tuvo que ser adaptada debido al cambio de mecanismos de seguimiento y llenado del diario. En efecto, el envío diario de preguntas vía WhatsApp trajo como consecuencia que estos materiales fueron muy poco utilizados, ya que entorpecían las conversaciones y podían generar mayor presión sobre nuestros/as participantes.
Se hace necesario comprender que las eventualidades de la observación a distancia, en contexto de pandemia, pueden modificar la planificación inicial. A nuestro parecer, debe redefinirse no solo en función de las necesidades propias del campo de estudio de la investigación cualitativa. Asimismo, teniendo en cuenta que la sobrecarga laboral que trajo consigo la crisis sanitaria, para las y los informantes ,además de las exigencias intrínsecas de su trabajo. Durante el trabajo de campo, a su vez, hemos tenido que sortear diversas dificultades adicionales: periodos de enfermedad, aumento de los trabajos de cuidado, viajes excepcionales, entre otros.
Durante la realización del trabajo de campo, debimos realizar cambios constantemente en los tiempos planeados inicialmente. Por ejemplo, un diario, que se estimaba que duraría siete días hábiles, duró aproximadamente diecinueve días, pese a que nuestro diseño inicial contemplaba una duración máxima de dos semanas. Del mismo modo, las consideraciones éticas fueron fundamentales al momento de extender la duración de las bitácoras:
En la tarde-noche, como es de costumbre, le envío las preguntas del día 06. Tras no conseguir respuesta de Rosario durante el día, le escribo al siguiente día en el horario habitual. A los minutos me responde comentándome que tuvo que viajar de urgencia a Santiago, pero que intentará enviarme las respuestas del día. De inmediato, le respondo que espero que no haya sido nada grave y que puede responder cuando sea más cómodo para ella. Finalmente, el diario no debía ser su principal preocupación en esos instantes. Mientras le escribo noto que está enviando un audio, en el cual justamente responde a las preguntas del día 06, tomando en cuenta las actividades realizadas el día anterior, es decir el martes 13 de julio. Enseguida lo escucho para hacer retroalimentación.
Me envía al segundo otro audio de menos duración en respuesta a mis buenos deseos. Me explica que su padre tiene Parkinson y que su madre estuvo enferma, así que necesitaban a alguien que pudiera realizar las labores de cuidado. Por eso, el miércoles se lo tomó como día administrativo. Le comento que lamento mucho la situación, más en la situación de pandemia en la cual nos encontramos y que hacen más dificultosas todas estas situaciones. Yo misma me he visto implicada en estos quehaceres, por lo que empatizo mucho con Rosario (Notas de campo de la investigadora en torno a Diario de labores de Rosario, junio, 2021).
A medida que aplicábamos el diario, nos dimos cuenta de cómo las situaciones cotidianas de la vida interferían en la realización de sus labores, siendo difícil separar los espacios de trabajo de los espacios personales. Por consiguiente, una estrategia tomada como equipo fue la flexibilización de los tiempos de llenado del diario, acoplándonos a los tiempos de respuesta y posibilidades de las y los participantes. Así, esperábamos evitar generar una mayor sobrecarga emocional y laboral en sus cotidianidades. Esto fue tomado siempre de forma positiva por las y los participantes, quienes en todo momento agradecían la comprensión ante aquellas situaciones que estaban fuera de su control.
El diseño de las preguntas guía con diferentes niveles analíticos dio paso a niveles de reflexividad y detalle más densos sobre las rutinas laborales de las y los profesionales psicosociales. A medida que se avanzaba en el llenado del diario, hubo una climatización a través de preguntas descriptivas, para luego dar paso a un avance en el registro cada vez más completo en información y reflexión. Esto permitió, en general, que los relatos fueran realizados ante las especificidades de cada día, sin reproducir o reiterar las mismas nociones descriptivas respecto a las rutinas de trabajo. En efecto, se iban explicitando las particularidades de la cotidianidad. El avance en el nivel de descripción del día, además de las preguntas guías que permitían focalizar las observaciones de nuestros/as participantes, permitieron en cierta medida desnaturalizar la cotidianidad y las rutinas de trabajo. Así, se iba poniendo atención a aquellos aspectos que muchas veces pasaban desapercibidos, especialmente en los últimos días, donde había una mayor familiarización con el instrumento y con las preguntas de orden analítico más denso.
Sumado a lo anterior, la relación de confianza y el tipo de contacto que establecíamos con las y los informantes fue clave para la realización de los diarios de labores. El detalle de las bitácoras no habría sido posible sin el entusiasmo y la colaboración constante con las investigadoras. Generar climas de confianza y de seguridad para las y los informantes es primordial para que el llenado de los diarios sea fructífero y con un alto nivel de detalle. Esta apertura a conversaciones más íntimas debe ir de la mano con la apertura de las y los participantes a la investigación. De este modo, será posible que el instrumento logre atravesar las fronteras de ser una tarea tediosa para finalmente convertirse en un material interesante, que genera entusiasmo.
Es importante destacar que, en el proceso de construcción del diario de labores, la revisión bibliográfica de investigaciones que utilizaron este instrumento en la investigación cualitativa, así como la experiencia previa de la autora principal, permitieron reconocer que una de las mayores debilidades de los diarios es su registro acabado y el compromiso con el instrumento. La fatiga, en ese sentido, conlleva a prácticas como un registro demasiado acotado, el no ingreso de entradas, el abandono de la investigación o el bajo compromiso por parte de los informantes. Y con ello, tener un corpus de datos diferenciado en profundidad entre cada participante (Day & Thatcher, 2009; Harris et al., 2003; Bolger et al., 2003; Hyers, 2018).
Como hemos mencionado, algunos elementos cruciales para poder captar las percepciones descritas anteriormente fueron el uso de notas de voz, videos e imágenes, además del rapport y el diario en sí mismo. Aquello nos permitió tener un acercamiento multidimensional a la realidad. Es más, muchas veces nos dejaron la sensación de estar compartiendo el espacio de trabajo y observando presencialmente, aun cuando no era así. Con todo, logramos obtener un material etnográfico rico.
De igual forma, el material visual recopilado y enviado por las y los informantes nos permitió conocer de mejor manera sus espacios de trabajo, tanto presenciales como de teletrabajo. Así, obtuvimos una mejor idea de su atmósfera de trabajo:
Al día siguiente, aproximadamente a las 12:00 del día me envió 4 imágenes de su jornada laboral. Corresponden a fotografías de una audiencia por Zoom y de su espacio de trabajo. Con estas, me doy cuenta de que su oficina es realmente pequeña. En la entrevista pensaba que era un espacio mucho más amplio. Le agradezco y menciona que durante la tarde me enviará fotografías de los terrenos que le toca hacer (Notas de campo de la investigadora en torno a Diario de labores de Rosario, junio, 2021).
Si bien el envío de material visual —específicamente, fotografías— no fue algo espontáneo, el recordatorio constante de este tipo de registro fue vital para que nuestras/os informantes eventualmente lo realizaran. Muchas veces fue mencionado que su olvido se debía a que la carga laboral no daba mucho espacio a recordar estas tareas extra-labores. Aun así, el compromiso y entusiasmo de las y los participantes por el diario de vida permitió que, en situaciones extraordinarias, hubiera un registro visual. Por ejemplo, esto se dio en el caso de Claudia, quien tomó fotografías estando en una llamada telefónica y virtual:
Aproveché de comentarle que me parecía alucinante que se sacara una foto mientras hablaba por teléfono y simultáneamente estaba en una reunión. Me contestó que tiene dos teléfonos, así que pudo hacerlo sin problemas. Me llevó a la imagen que me imaginaba, cuando decía que estaba en mil cosas durante el día. Increíble la intensidad del teletrabajo. De hecho, fue algo que le sucedió mientras estábamos haciendo la entrevista (Notas de campo de la investigadora en torno a Diario de labores de Claudia, abril, 2021).
Asimismo, el material visual nos permitió acceder a las atmósferas de los espacios de trabajo de las y los profesionales, observando sus largas jornadas de trabajo:
Imagen 2.
Material visual - Espacio de trabajo
Fuente: Diario de labores Pascuala, trabajadora social, septiembre, 2021.
Imagen 3.
Material visual - Espacio de trabajo
Fuente: Diario de labores Matilda, psicóloga, julio 2021.
La realización de este diario de labores en profesionales psicosociales nos mostró la alta valoración, por parte de ellos y ellas, de la posibilidad de auto-observar su trabajo. Nos señalaron reiteradamente que el instrumento insta a la reflexión, a detener la automatización de su trabajo y a encontrar sentido a las actividades cotidianas. Por supuesto, bajo el entendido de que el trabajo continúa siendo un aspecto central en la vida humana que regula las formas de actuar, sentir y pensar de los sujetos (Stecher, 2014; Velásquez & D’aleman, 2019; Foladori, 2008). Más allá de los aspectos éticos, esta cualidad intrínseca del instrumento nos permite sostener que la producción del material etnográfico es generada desde la perspectiva de quienes participan y sus experiencias, dando paso a que las y los actores sociales hablen por sí mismos.
El ejercicio de realización de los diarios de vida nos desafía a pensar en aspectos éticos de la investigación con personas y, en particular, sobre la incorporación de la gestión de las emociones en la realización del trabajo de campo, tanto para las investigadoras como para las y los participantes. Es necesario reflexionar en torno a la manera de establecer límites que permitan desarrollar los diarios de vida procurando evitar no solo el desborde de emociones complejas. Asimismo, el llegar a significar una pesada carga para las y los informantes, entendiendo que el diario se erige muchas veces como una extensión del trabajo.
Otra dimensión que compone la reflexión ética dice relación con la gestión de las emociones durante el proceso de llenado del diario de vida. En efecto, en el ejercicio de llevar diarios de vida solicitados, se captan las sensaciones que surgen a partir del trabajo diario de las y los participantes. Como un efecto no esperado, los diarios de vida pueden fomentar la introspección de las y los informantes sobre sí mismos, lo cual puede conllevar a una mayor vigilancia y conciencia de sobre los sentimientos, prácticas, necesidades y deseos. En suma, las relaciones que se construyen entre los informantes y su vida cotidiana (Hyers, 2018; Bolger et al., 2003).
Esto fue característico en el trabajo de campo que desarrollamos: a diario, la mayoría de las y los participantes nos comentaban impresiones del trabajo y muchas veces ahondaban en emociones complejas que surgían a partir de sus rutinas laborales. Sobre este punto, es necesario seguir profundizando, pues parece ser un problema de difícil abordaje que todavía no estamos seguras de cómo tratar.
En estas páginas, hemos reconstruido el camino de nuestra investigación, relevando sus éxitos, pero también los obstáculos y desafíos que debimos sortear. La investigación cualitativa siempre requiere de congruencia entre las decisiones que adoptamos. Hemos revisado cómo reflexivamente fuimos buscando la coherencia entre nuestros objetivos, el enfoque y su relación con el diseño y la aplicación del instrumento.
A partir de las principales estrategias utilizadas en la aplicación de los diarios de vida solicitados desde un enfoque etnográfico, queremos destacar una serie de ejes a tener en cuenta al momento de implementar este tipo de instrumento. Especialmente, si se trata de contextos a distancia. Es menester recalcar que, para llevar a cabo este tipo de diario y enfoque, fue necesario aproximarse a la realidad de las y los participantes, a través de múltiples instrumentos que permitieran captar su realidad diaria de trabajo en distintas dimensiones. Así, las notas de voz, las fotografías y videos, el rapport y el diario en sí mismo posibilitaron construir un material etnográfico de alta calidad, donde el uso de tecnologías e internet reconfiguraron las herramientas tradicionales de etnografía a contextos digitales (Ahlin & Li, 2019).
Otra estrategia que resultó fundamental para el desarrollo del trabajo de campo fue la adaptación a las contingencias propias de realizar investigación en un contexto laboral y en medio de una pandemia. Esto se tradujo en una mayor disposición a la flexibilidad por parte de las investigadoras, tanto en la forma de registro como en el tiempo de llenado del diario. Así, fue posible aminorar las tensiones y la sobrecarga laboral de las y los participantes. Esta estrategia fue gravitante para establecer una relación de confianza y colaboración desde las y los informantes hacia las investigadoras durante todo el período de llenado del diario. Sin la calidad del rapport logrado, no habría sido posible que las y los profesionales se abrieran a comentar sus experiencias, emociones y rutinas. Con todo, el trabajo inicial de diseño rindió frutos en lo relativo a las preguntas, pues, al profundizar en complejidad y detalle, nos llevó a las entrañas de las instituciones de justicia. En definitiva, la experiencia misma de trabajar en esos espacios.
Desde sus inicios, la etnografía ha planteado como desafío la objetividad y la racionalidad de los y las investigadoras en el campo, buscando una mirada desde afuera de los fenómenos a estudiar (Guber, 2011). Los diarios de vida como método de investigación cualitativa etnográfica desafían estas miradas tradicionales del quehacer investigativo. En efecto, al integrar el posicionamiento de las subjetividades y la mirada tanto de los y las investigadores como de los y las participantes en el campo. Estos aspectos toman un papel relevante al momento de captar las realidades subjetivas de las personas que habitan los lugares a estudiar desde su propio setting.
La desnaturalización de las prácticas ha sido un componente vital en los estudios etnográficos. Desde esta óptica, podemos captar aquello que no es cotidianamente percibido por quienes habitan el lugar. Pero ¿aquello es posible cuando aplicamos los diarios de vida solicitados? En base a los diarios aplicados durante nuestra investigación, exponemos dos elementos importantes a considerar. En primer lugar, la generación de preguntas con diferentes niveles analíticos basados en objetivos focalizados, es decir, lo suficientemente amplias pero específicas. Aquellas insertan a los y las participantes en lo que debe ser auto-observado en sus rutinas laborales. Segundo, la aplicación de entrevistas iniciales que permitan introducir a las y los sujetos en un contexto investigativo. Esto hizo posible captar con mayor facilidad y de manera más natural aquellos aspectos que muchas veces pasan desapercibidos ante nuestros ojos. En sumatoria, ambos elementos aportan al ejercicio de reflexividad que posibilita el instrumento.
Debemos advertir que la des-cotidianización de las prácticas, por medio del diario de labores, no sucede del todo. Los límites se marcan en los objetivos y las posibilidades del instrumento, es decir, en la búsqueda por captar aquellas construcciones del lugar desde la perspectiva de quienes lo experimentan. En este sentido, recomendamos el diálogo tanto de herramientas auto etnográficas como lo es el diario de labores, además de la incorporación presencial al campo de los y las investigadoras. En el marco de una investigación realizada a distancia ante la imposibilidad de realizar actividades presenciales, debemos tener en cuenta que este tipo de instrumento logra recopilar material etnográfico rico, en términos de densidad y de constitución del fenómeno. En definitiva, nos permite la descripción de la realidad que vivencian los y las participantes desde sus subjetividades.
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[1] Maite Henríquez Olivares. Socióloga, Diplomado en Políticas sociales: Desarrollo y Pobreza, Universidad Alberto Hurtado, correo: maitesolhenriquez@gmail.com.
[2] Javiera Delgadillo Campos, Administradora Pública, Licenciada en Ciencias Políticas y Gubernamentales. Magíster (c) en Gobierno y Gerencia Pública, Universidad de Chile, correo: delgadillocampos@gmail.com.
[3] Natalia Cabrera Morales, Abogada, Licenciada en Ciencias Jurídicas de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Estudiante de Magíster en Sociología, Pontificia Universidad Católica, correo: nocabrera@uc.cl.
[4] El presente artículo se basa en los resultados y revisión metodológica del Proyecto FONDECYT de Iniciación N°11190123: “Nuevos repertorios de la acción pública: profesionales psicosociales en el contexto de la reforma a la justicia familiar y penal en Chile”.
[5] Tecnologías de la Información y la Comunicación.
[6] Los nombres las y los participantes han sido anonimizados.
[7] Cabe recalcar, que estas citas son anotaciones y registros de las investigadoras y no corresponden al contenido mismo de los diarios de vida solicitados.