PRESENTACIÓN DE ESTE NÚMERO ESPECIAL
“No tratar de encontrar demasiado deprisa una definición de la ciudad; es un asunto demasiado vasto y hay muchas posibilidades de equivocarse.” (Perec, 2003: 97)
Lo que George Perec, en Especies de espacios, plantea para la ciudad, en este número lo tomamos para hablar en particular del territorio. Así más que ir siguiendo la huella de la definición del territorio trazamos un camino que nos permitiera materializar en una revista – soporte escrito - procesos de intervención que propusieran y tensionaran formas de entender y construir el territorio. Por esta razón, invitamos a profesionales, académicos e investigadores a presentar trabajos sobre la cartografía social, y en especial, de construcción participativa de los territorios.
En el camino nos fuimos encontrando con los puntos y líneas que conforman este número.
El trabajo de Ximena Arizaga, Juan Carraha y Roberto Moris nos propone, en el contexto de una investigación aplicada post – desastre de la provincia de Chañaral, reflexiones acerca del instrumento del mapeo, no solo como una forma de resolución de conflictos, sino que también como una opción de dibujar el territorio deseado por parte de los diferentes actores.
Por su parte, Christian Quinteros trabajó en torno al Plan Regulador Comunal de la comuna de Melipilla, mostrando cómo dicho instrumento de planificación resultó ser un espacio privilegiado para reflexionar sobre la gobernanza territorial desde procesos de negociación político – técnicos asimétricos.
Después, Bárbara Foster y Andrea Peroni analizan de manera crítica la gestión municipal que pone al centro la participación ciudadana de diferentes actores en San Luis de Macul (Peñalolén, Santiago), evidenciando cómo el territorio es abrazado y llenado de contenido también desde algunos “defectos” de la gestión política.
Finalmente, Valentina Cortínez discute de qué modo las dinámicas territoriales y sus especificidades inciden en la equidad entre géneros, y a su vez cómo dicha (in)equidad impacta en las posibilidades que el desarrollo territorial nos propone.
De esta forma los artículos van armando un mapa que nos muestra al territorio construido en base a deseos y proyectos de sus habitantes; como un espacio asimétrico a ser gobernado, pero que también aparece como el resultado intencionado de prácticas semi-clientelares que ocultan los conflictos y disensos; y que finalmente construye y se deja construir desde la (in)equidad de género.
A estos artículos se suman dos entrevistas.
La primera fue realizada a Marcela Fernández del Colectivo de Geografía Critica Gladys Armijo. Nos muestra, a partir del trabajo desarrollado por este colectivo, cómo el trabajo sobre lo espacial y de elaboración de mapas colectivos permite devolverle a la comunidad el protagonismo en la construcción y administración del territorio que habitan, generando con esto estrategias de acción y transformación de su entorno.
Por último, María Isabel Leal, encargada del área de Calidad de Vida Laboral y Capacitación, de la Superintendencia de Servicios Sanitarios, nos habla de cómo el mapeo colectivo, a través del uso de herramientas visuales, íconos y cartografía, permite la rememoración, intercambio y priorización de temas y conflictos a trabajar con la comunidad.
De esta manera, las entrevistas nos van mostrando un mapa del territorio que va de ida y de vuelta con las comunidades y habitantes con los que se ha trabajado. Por un lado, nos muestra que la construcción de mapas colectivos va dando herramientas a la comunidad para mejorar su gestión e intervención en el territorio que habitan, y por otro lado, que este ejercicio no sólo permite una mejor gestión sino que además da herramientas para que la comunidad entienda su territorio en vinculación con otros territorios, de menos o mayor envergadura, y de esta forma, sentirse parte de problemas y recursos colectivos.
Todo el material encontrado en este camino y que da vida a este número, nos permite pensar el territorio como un proceso de ida y vuelta, constituído al menos desde tres aristas. En primer lugar, como aquel espacio donde ocurre la intervención, que la contiene, pero que además la llena de contenido en base a sus tradiciones e identidad. En segundo lugar, que el territorio es un lugar nombrado desde la cristalización de proyectos y deseos de la comunidad que habita en él, así como desde los proyectos políticos de sus autoridades. Finalmente, que el territorio, construido a través de ejercicios colectivos, permite vincular territorios y procesos de transformación social a diferentes escalas.
El territorio es para la intervención social una suerte de lazo de unión, un nudo, es la manera como los actores, personas, cosas y procesos se sujetan y se mantienen en su lugar – sin perder su singularidad - dentro de lo que otra forma sería, parafraseando a Tim Ingold[1], un flujo amorfo e inconcluso,
Como dijimos inicialmente, este número trazó un camino para reflexionar sobre la construcción del territorio desde la intervención, y como cualquier recorrido, va abriendo posibilidades con cada uno de los artículos y entrevistas incluidas. La ruta seguida nos permitió mostrar un camino para pensar el territorio, pero a su vez nos muestra huellas de las rutas no seguidas, los destinos desechados o los próximos caminos a relevar.
Estas últimas opciones serán los llamados de otros números de revistas, el contenido de otros proyectos, de otras intervenciones sociales o artísticas, para los cuales esperamos que lo materializado en estas páginas sirva como una voz a contestar, para continuar así con la conversación y reflexión en torno al territorio y sus manifestaciones en procesos de intervención y transformación social.
EDUARDO CANTEROS GORMAZ
EDITOR TEMÁTICO NÚMERO ESPECIAL