Presentación de este número especial Intervención Social y sus reconfiguraciones. Un espacio de acción político en lo cotidiano

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Natalia Hernández Mary

Resumen

El presente número de la Revista Intervención ha sido concebido como un espacio político en donde se encuentran diversas voces para abordar uno de los temas de interés del Departamento de Trabajo Social de la Universidad Alberto Hurtado: las lógicas de intervención social y las tensiones en su implementación. Nuestro llamado, para dar forma a este número especial, se propuso incentivar la discusión. Acerca de las posibilidades de intervención que surgen en el marco de la implementación de las políticas sociales en los escenarios actuales (Rozas, 2015). Comprendemos que las políticas sociales pueden ser presentadas como instrumentos interventivos que contemplan la interacción entre diferentes sujetos sociales, instituciones, territorios, entre otros; en un campo de relaciones e interacciones visibles desde diferentes posibilidades analíticas (Garrett, 2013). A través de su ejecución, las políticas se convierten en productoras de subjetividades en un ir y venir entre lo público y lo privado (Sandomirsky, 2010). Es en esta intersección en que los debates, reflexiones, subjetividades, discursos, acciones, disensos (entre otros) se encuentran para abordar las posibilidades de transformación social.


La noción de transformación social ha de superar la idea de consigna vacía que se basa en un sin fin de acciones que se pueden ubicar como cómplices de un sistema cómodo e injusto. No podemos olvidar que estamos en un escenario enmarcado desde la modernidad y el sistema neoliberal, el cual demanda una respuesta articulada de parte de los interventores sociales.


La intervención social puede ser entendida como un proceso teórico, político, epistémico, contextual, cultural, de un conjunto de acciones que son ordenadas, planificadas, en función de las construcciones que se realizan, conjugando en ellas, estrategias y metodologías (Matus, 1999). Por su parte, (Sánchez, 1999) la define como “Interferencia intencionada para cambiar una situación social que, desde algún tipo de criterio (necesidad, peligro, riesgo de conflicto o daño inminente, necesidad, peligro, incompatibilidad con valores y normas…) se juzga insoportable por lo que precisa cambio o corrección en una dirección determinada” (Sanchez. A, 1999:74).


El interés de este número ha sido reunir trabajos de autores que se movilicen por la idea de una intervención argumentada, innovadora, reflexionada, que se vincule a procesos de generación de conocimientos desde el sitio en que se instala. Apostamos por una recopilación de artículos que nos ayudaran a fortalecer el compromiso político y la discusión rigurosa que permite pensar desde distintas perspectivas la transformación social.


Encontraremos, en estos trabajos, diversas miradas que nos invitan a conocer, reflexionar, descubrir y redescubrir puntos de inflexión que componen los procesos de intervención. Son invitaciones a descubrir cómo se han articulado diversas categorías que van dando paso a dispositivos contemporáneos.


Este número especial está compuesto por seis artículos que nos permiten transitar entre reflexiones disciplinares, sus construcciones, deconstrucciones, desafíos y los campos emergentes que nos interpelan cotidianamente. Los escritos han surgido desde la combinación de reflexiones de interventores sociales que conjugan sus roles entre los mundos de acción directa (primera línea), investigadores y académicos, que, circulan entre intervenir, investigar, reflexionar y difundir sus saberes. Hay una generosidad interdisciplinaria que se traslada desde sus escenarios de actoría a la intimidad de nuestra lectura. En el primer artículo, encontrarán el trabajo de Taly Reininger y Marcela Flotts, que propone una lectura crítica de los aportes de Jane Addams para el trabajo social, rescatando dimensiones disruptivas y transgresoras de su pensamiento. Se trata de un ángulo poco explorado en la literatura tradicional sobre trabajo social e intervención social, que ofrece y provoca nuevas formas de concebir los procesos de intervención desde una mirada emancipatoria. En una línea similar, que también apuesta por levantar nociones críticas que permitan fundar modos de hacer contra-hegemónicos, el trabajo de Rodrigo Cortés invita a traer de vuelta el pasado del trabajo social para reinterpretar la herencia con la que éste nos emplaza. Examina asimismo la noción de acontecimiento, desde una lectura marcada por el pensamiento derridiano.


Borja Castro y Nelson Arellano, en el tercer artículo que compone este número, sitúan como objeto de discusión la propia identidad del trabajo social, proponiendo la ampliación de la mirada disciplinar, anclada en las ciencias sociales, hacia la distinción de los aportes de las humanidades en esta discusión. Desde una clave interdisciplinar fundada en la hermenéutica deleuzeana, examinan las inquietudes de sentido del trabajo social chileno y su modo de hacer intervención social. La lectura Foucaultiana toma lugar con el trabajo de Alejandro Castro, quien analiza las lógicas de intervención en el campo de la salud mental en Chile, observándolas como la instalación de un dispositivo basado en la comprensión del fenómeno de la locura que obedece a una nueva razón gubernamental. A partir de estos análisis, devela algunos puntos de inflexión en los modelos de intervención biopsicosocial, los cuales que dominan el campo de la intervención en salud mental en Chile.


Finalmente, presentamos dos artículos pensados en clave decolonial. Nuestro quinto trabajo, propuesto por Alicia Raín, aboga por la necesidad de examinar críticamente las formas de concebir los procesos de intervención que surgen desde la institucionalidad del estado-nación chileno, proponiendo estrategias que permitan recomponer dichas intervenciones desde una perspectiva crítica y situada. Ricardo Arancibia y Ramón Cayuqueo, en el último artículo, dan continuidad a esta línea argumental, avanzando hacia la operacionalización de un modelo de intervención con pueblos originarios. A partir de esta construcción, proponen la inclusión de principios orientadores como el buen vivir y la participación intercultural sustantiva en los procesos de intervención social, lo que supone un descentramiento en las formas coloniales, hegemónicas y auto-centradas de concebir los procesos de implementación en la sociedad.


La invitación es entregarse a la lectura, comentar, compartir y nutrir las discusiones que en este número ofrecemos. Así, movilizaremos un compromiso colectivo que nos permita tener nuevas herramientas para abordar los procesos de intervención, politizando nuestros discursos y acciones en pos de un compromiso de todas y todos los que tomamos parte en este desafío cotidiano.

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Cómo citar
Hernández Mary, N. (2018). Presentación de este número especial. Revista Intervención, 1(7), 8-9. https://doi.org/10.53689/int.v1i7.42
Sección
Presentación/editorial
Biografía del autor/a

Natalia Hernández Mary

El presente número de la Revista Intervención ha sido concebido como un espacio político en donde se encuentran diversas voces para abordar uno de los temas de interés del Departamento de Trabajo Social de la Universidad Alberto Hurtado: las lógicas de intervención social y las tensiones en su implementación. Nuestro llamado, para dar forma a este número especial, se propuso incentivar la discusión. Acerca de las posibilidades de intervención que surgen en el marco de la implementación de las políticas sociales en los escenarios actuales (Rozas, 2015). Comprendemos que las políticas sociales pueden ser presentadas como instrumentos interventivos que contemplan la interacción entre diferentes sujetos sociales, instituciones, territorios, entre otros; en un campo de relaciones e interacciones visibles desde diferentes posibilidades analíticas (Garrett, 2013). A través de su ejecución, las políticas se convierten en productoras de subjetividades en un ir y venir entre lo público y lo privado (Sandomirsky, 2010). Es en esta intersección en que los debates, reflexiones, subjetividades, discursos, acciones, disensos (entre otros) se encuentran para abordar las posibilidades de transformación social.

La noción de transformación social ha de superar la idea de consigna vacía que se basa en un sin fin de acciones que se pueden ubicar como cómplices de un sistema cómodo e injusto. No podemos olvidar que estamos en un escenario enmarcado desde la modernidad y el sistema neoliberal, el cual demanda una respuesta articulada de parte de los interventores sociales.

La intervención social puede ser entendida como un proceso teórico, político, epistémico, contextual, cultural, de un conjunto de acciones que son ordenadas, planificadas, en función de las construcciones que se realizan, conjugando en ellas, estrategias y metodologías (Matus, 1999). Por su parte, (Sánchez, 1999) la define como “Interferencia intencionada para cambiar una situación social que, desde algún tipo de criterio (necesidad, peligro, riesgo de conflicto o daño inminente, necesidad, peligro, incompatibilidad con valores y normas…) se juzga insoportable por lo que precisa cambio o corrección en una dirección determinada” (Sanchez. A, 1999:74).

El interés de este número ha sido reunir trabajos de autores que se movilicen por la idea de una intervención argumentada, innovadora, reflexionada, que se vincule a procesos de generación de conocimientos desde el sitio en que se instala. Apostamos por una recopilación de artículos que nos ayudaran a fortalecer el compromiso político y la discusión rigurosa que permite pensar desde distintas perspectivas la transformación social.

Encontraremos, en estos trabajos, diversas miradas que nos invitan a conocer, reflexionar, descubrir y redescubrir puntos de inflexión que componen los procesos de intervención. Son invitaciones a descubrir cómo se han articulado diversas categorías que van dando paso a dispositivos contemporáneos.

Este número especial está compuesto por seis artículos que nos permiten transitar entre reflexiones disciplinares, sus construcciones, deconstrucciones, desafíos y los campos emergentes que nos interpelan cotidianamente. Los escritos han surgido desde la combinación de reflexiones de interventores sociales que conjugan sus roles entre los mundos de acción directa (primera línea), investigadores y académicos, que, circulan entre intervenir, investigar, reflexionar y difundir sus saberes. Hay una generosidad interdisciplinaria que se traslada desde sus escenarios de actoría a la intimidad de nuestra lectura. En el primer artículo, encontrarán el trabajo de Taly Reininger y Marcela Flotts, que propone una lectura crítica de los aportes de Jane Addams para el trabajo social, rescatando dimensiones disruptivas y transgresoras de su pensamiento. Se trata de un ángulo poco explorado en la literatura tradicional sobre trabajo social e intervención social, que ofrece y provoca nuevas formas de concebir los procesos de intervención desde una mirada emancipatoria. En una línea similar, que también apuesta por levantar nociones críticas que permitan fundar modos de hacer contra-hegemónicos, el trabajo de Rodrigo Cortés invita a traer de vuelta el pasado del trabajo social para reinterpretar la herencia con la que éste nos emplaza. Examina asimismo la noción de acontecimiento, desde una lectura marcada por el pensamiento derridiano.

Borja Castro y Nelson Arellano, en el tercer artículo que compone este número, sitúan como objeto de discusión la propia identidad del trabajo social, proponiendo la ampliación de la mirada disciplinar, anclada en las ciencias sociales, hacia la distinción de los aportes de las humanidades en esta discusión. Desde una clave interdisciplinar fundada en la hermenéutica deleuzeana, examinan las inquietudes de sentido del trabajo social chileno y su modo de hacer intervención social. La lectura Foucaultiana toma lugar con el trabajo de Alejandro Castro, quien analiza las lógicas de intervención en el campo de la salud mental en Chile, observándolas como la instalación de un dispositivo basado en la comprensión del fenómeno de la locura que obedece a una nueva razón gubernamental. A partir de estos análisis, devela algunos puntos de inflexión en los modelos de intervención biopsicosocial, los cuales que dominan el campo de la intervención en salud mental en Chile.

Finalmente, presentamos dos artículos pensados en clave decolonial. Nuestro quinto trabajo, propuesto por Alicia Raín, aboga por la necesidad de examinar críticamente las formas de concebir los procesos de intervención que surgen desde la institucionalidad del estado-nación chileno, proponiendo estrategias que permitan recomponer dichas intervenciones desde una perspectiva crítica y situada. Ricardo Arancibia y Ramón Cayuqueo, en el último artículo, dan continuidad a esta línea argumental, avanzando hacia la operacionalización de un modelo de intervención con pueblos originarios. A partir de esta construcción, proponen la inclusión de principios orientadores como el buen vivir y la participación intercultural sustantiva en los procesos de intervención social, lo que supone un descentramiento en las formas coloniales, hegemónicas y auto-centradas de concebir los procesos de implementación en la sociedad.

La invitación es entregarse a la lectura, comentar, compartir y nutrir las discusiones que en este número ofrecemos. Así, movilizaremos un compromiso colectivo que nos permita tener nuevas herramientas para abordar los procesos de intervención, politizando nuestros discursos y acciones en pos de un compromiso de todas y todos los que tomamos parte en este desafío cotidiano.